La vida laboral de Don Martín comenzó desde esa edad, con jornadas que iniciaban desde las 7 de la mañana y terminaban hasta las 8 de la noche. Su ingreso era muy bajo, por lo que le fue imposible comenzar la primaria.
Al cumplir los 12 años Martín se escapaba de su casa y acudía a escondidas a la escuela, que le quedaba a un par de calles de distancia, situación que no fue aprobada por su papá cuando se dio cuenta de lo que sucedía.
“Una vez le dije: papá se acabó mi libreta, ¿Cuál libreta? Y me reprendió. Yo le decía, le juro que voy a aprender a leer y escribir, total, no me comprendió. Pero por el interés que yo tenía, gracias a Dios, antes del mes y medio yo ya sabía leer y escribir”.
Ante esta serie de adversidades, él no se rindió. Nuevamente fue con su papá, tomó el periódico y le demostró que ya sabía leer. Esta vez no fue castigado, sino todo lo contrario.
Dijo que, semanalmente recibía una moneda de veinte pesos de domingo, pero su progenitor le había dado como premio un peso. Guardó el dinero con la intención de ingresar a la secundaria, aunque tristemente su sueño se truncó otra vez.
“Lo disfruté solo el primer año porque mi papá falleció cuando pasé a segundo de secundaria. Me faltaron dos pesos, eso fue en el 1967, para ingresar a la secundaria. El requisito eran 3 libros que en total costaban 25 pesos, cosa que nunca logré completar”.
Después de tantos años de haberlo anhelado, ahora se siente orgulloso de haber obtenido su certificado de primaria con el Instituto de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (INAEBA), y con este logro de superación personal quiere ser ejemplo para la juventud, y demostrar que, “más vale tarde que nunca”.
Martín aprobó su examen con una calificación de 9.6. “Ya lo logré, tarde pero seguro, ahora me siento satisfecho, tengo lo que me faltaba. Hay que luchar, ser algo para demostrarle a la juventud que viene, que si se pueden hacer las cosas cuando nuestro objetivo es claro, no importa la edad, si no el deseo de hacerlo”.
Dijo estar agradecido con los asesores académicos de INAEBA por la paciencia para orientarlo, y brindarle las herramientas para facilitar el aprendizaje, las cuales considera son las adecuadas.
Ahora Martín continuará con sus estudios de secundaria, por lo que invita a los adultos mayores a acercarse al instituto para salir adelante como él lo hizo.
“Yo les comenté a los maestros que estoy agradecido, hoy y siempre porque son buenas personas, con la atención al público, al tratar a la gente. Con la tableta, al principio fue una cosa rara para mí, nunca había manejado una, pero, me explicaron y le agarre el modo. Hay que perder el miedo, es normal porque uno no trabajó esas cosas en nuestra época, todo es nuevo, pero, nos enseñan y nos dicen cómo y ya después uno solo practica”.